Víctori y la sala del Futuro II: Galatea

El futuro.
El gobierno gestionaba las visiones del futuro ajeno, pero prohibía las visiones de los navegadores entre ellos mismos. Ningún navegador estaba autorizado a explorar en su propio futuro por razones de seguridad. El futuro solo correspondía a los hombres, y ningún navegador podía inmiscuirse.

II. Galatea
Galatea era un asistente al navegante. Como todos los asistentes de los navegantes era una recreación de una parte del propio pensamiento de su navegante, de su subconsciente.
Muchos los tomaban como auténticas mascotas, otros como más que eso, porque estos asistentes sí que podían hablar. Las mascotas a veces servían como meros acompañantes en la visión del futuro, y en otras actuaban como auténticos pilotos de las sesiones.
En cualquier caso, tanto como asistentes o como pilotos su función era servir como referencia para el navegante para distinguir sus pensamientos, recuerdos e invenciones de la propia visión del futuro y ofrecer futuros posibles. Para evitar que su conciencia resultase confundida en una visión, las mascotas adoptaban formas parlantes imposibles en el mundo real, a menudo geométricas, otras abstractas como piedras u otros elementos cotidianos incapaces de hablar.
Las mascotas podían ser invitadas a no participar en una sesión de futuro, pero tenían la capacidad de penetrar a voluntad en las visiones, y la obligación de velar siempre por la seguridad de sus navegantes y sus residentes, es decir los clientes que acudían a conocer su futuro, en los que al menos momentáneamente residían el navegante y su mascota. Porque muy al contrario de lo que la gente pensaba, la visión del futuro se obtenía en la mente del residente, no en la del navegante, quien no era sino un herramienta para descifrar aquel futuro.

- ¿Cómo se le ha podido ocurrir a ese descerebrado? – Se preguntaba Galatea mientras observaba a Victori sacudirse en su sillón de terciopelo víctima de la visión de su propio futuro - Debería dejarlo solo por temerario y que descubriese su futuro y tuviese un escarmiento por tonto, y estúpido y … ¡Pero qué estoy diciendo! No puedo dejarlo solo.

Galatea no tenía una presencia física en el mundo real, y como conciencia simplemente era, estaba allí donde su navegante estuviese. Así que simplemente decidió introducirse en la mente de Victori.

Las visiones del futuro se habían intentado describir con muchas palabras: sueños, pensamientos, visiones, nubes, aureolas… Y eran todo eso. El navegante exploraba la mente del residente e intentaba literalmente “hilar” su futuro a partir de la vida que él había conocido y vivido hasta ese momento. Su infancia, sus amigos y familiares, y las experiencias de toda su vida se mostraban al navegante quien buceaba por ellas como si literalmente estuviese leyendo un libro, para ver cuál iba a ser el próximo capítulo de la vida del residente. Y eso era todo.
Por eso se había discutido mucho acerca del papel real del navegante en la vida de un residente, y no eran pocos los que argumentaban que en aquellas supuestas visiones no había sino cordura, sentido común e intuición. Mucha intuición tal vez, pero nada más. Eran grupos de activistas que rechazaban la posibilidad de que cualquier persona humana pudiese ver el futuro, y únicamente reconocían una unión entre tecnología para conectar las mentes, y una intuición extraordinaria, aunque natural, del navegador a quien veían como un visionario, y en muchos casos un charlatán o un embaucador.

El sueño de Vitori era confuso. Todas las visiones a menudo lo eran, porque las personas tienden a olvidar sus recuerdos, y las vivencias que creen recordar muchas veces se desvirtúan, literalmente son manipuladas por el cerebro para archivar un buen momento en la memoria. Y si era difícil ver la mente de su extraño, no era más sencillo ver los recuerdos de uno mismo. Las ilusiones, esperanzas e ilusiones, todos los sueños y pensamientos, toda la vida era contemplada en unos minutos. Y el papel del navegante era ordenar esos fragmentos para descifrar lo que iba a ocurrir en su vida. En este caso, en la propia vida de Victori.
Galatea observaba en la distancia del sueño. Como mascota estaba acostumbrada a no interferir si no era necesaria su presencia. Su papel muchas veces se reducía a observar, y otras muchas más a lanzar futuros posibles, como si fuese un croupier repartiendo cartas boca arriba. Opciones y posibilidades de un futuro desconocido, de lugares improbables, de personas que podían llegar a la vida del residente sin una explicación de causa-efecto. Su papel era proporcionar alternativas algunas muy absurdas, otras coherentes con la lógica de la vida que había llevado el residente.

No hay cerca ni lejos en los sueños de futuro. Galatea estaba allí, vigilando lo que Victori veía. Construyendo para ella el futuro que Victori pretendía descubrir. Y como un pensamiento oculto decidió no mostrarse a su navegante, guardando para ella lo que el futuro le revelaba.

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